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sábado, 31 de octubre de 2009

Historias de las Pampas










Arbolito ranquel y anarco
Argentina: En el año 1826, el gobierno de Bernardino Rivadavia contrató al oficial prusiano Rauch, como dice el decreto, nada menos que para exterminar a los indios. Su misión era limpiar la pampa bonaerense de los ranqueles, esos hermosos indios que poblaban estas zonas con absoluta libertad. Bien, este oficial prusiano comenzó la liquidación de estos indios, y se guardan sus partes militares que hablan de su profunda sabiduría. Por ejemplo, dice que los indios ranqueles no tienen salvación porque no tienen sentido de la propiedad, ¿para que viene el hombre a este mundo si no es para tener propiedades?, el hombre libre no sirve, también señalaba que los indios ranqueles eran anarquistas, así tal cual, claro si son anarquistas la teoría de la libertad hay que eliminarla. Bien, él se adelantaba, era un oficial prusiano muy valiente, se adelantaba a sus tropas 200 metros por lo menos blandiendo su espada como en esos cuadros antiguos y se encontró con la horma de su zapato, porque después de haber escrito un parte donde decía “hoy hemos ahorrado balas, degollamos a 27 ranqueles”, un indio joven, apuesto, alto de pelo largo, al que llamaban “Arbolito” lo estuvo esperando en una hondonada, y cuando pasó este coronel a toda velocidad en su corcel, se le fue detrás, le boleó el caballo, cayó el militar europeo, y el indio Arbolito cometió el sacrilegio de cortarle la cabeza. Así vengaba a tantos de sus compañeros de las pampas. La Ciudad de Buenos Aires recibió con toda pompa el cadáver del militar europeo muerto de esa manera. Señalan los historiadores que fueron las exequias, las ricas de todo ese período argentino. Arbolito se perdió en la inmensidad de las pampas, ya nadie lo recuerda. La ciudad donde ocurrieron los hechos se llama hoy Coronel Rauch, y muchas calles recuerdan al oficial prusiano, pero ninguna a ese héroe de las pampas… el querido Arbolito.






Después de exterminar a los indios y adueñarse de sus tierras, parcelarlas y llenarlas de ganado los nuevos señores contrataron a otros indígenas venidos desde lejos para pastorear sus animales. Vascos, gallegos y leoneses.






Entre los primeros vascos que emigraron a la Pampa argentina, los oficios más habituales eran los de pastores, lecheros, poceros y alambradores. Las estancias ganaderas empezaron a extenderse por la inmensa Pampa a mediados del siglo XIX y desenrollaron millones de kilómetros de alambre para delimitar las fincas y evitar la pérdida de animales. Hacia 1880 se colocaban unos 60.000 kilómetros de alambre al año. En 1900, en plena fiebre ganadera, se tendían 600.000 kilómetros anuales (como ir y volver -a pie y clavando postes- a la Luna). En Argentina el oficio quedó asociado a los vascos. De quien caminaba a grandes zancadas se decía que andaba "con tranco de vasco alambrador".







1 comentario:

  1. cada dia que pasa tu blog es mas apasionante i interesante, se ota que entras hasta el final a donde vas, un 10 para ti y buen biento para la bici.

    Abrazos calurosos

    ignasi

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